Apple presentó el iPhone 5S, a la hora de hablar sobre sus procesadores destacó dos cosas. Por un lado que su nuevo SoC A7 fuera de 64 bits y por otro un “innovador” coprocesador M7, que nos vendieron sobre todo como un sistema de gestión de datos de salud, contrarrestando un poco la apuesta de S Health de Samsung.

¿Pero qué es realmente y para qué sirve? Gracias al análisis de Chipworks e iFixit del iPhone5S hemos conocido este procesador y los sensores con los que cuenta.

Lo primero de todo es que el iPhone 5S de Apple no mide más datos que otros smartphones, ni tampoco lo hace mejor. Lo que permite el M7 es añadir un microcontrolador reservado específicamente para la toma de datos de su acelerómetro, giroscopio y magnetómetro.

Gracias a este microcontrolador, lo que se consigue más eficiencia energética, ya que el procesador principal no consume sus recursos para gestionar estos datos. En concreto el M7 es un Cortex M3 LPC18A1 de NXP, diseñado especialmente para Apple.

Los sensores en este caso son un acelerómetro de 3 ejes Bosch Sensortech BMA220, un giroscopio de 3 ejes STMicroelectronics B329 y magnetómetro de 3 ejes AKM AK8963.

El añadir el M7 es una buena idea por parte de Apple, pero no debemos olvidar que la capacidad de los sensores del iPhone 5S es la típica de cualquier smartphone, y es mucho más limitada que la del Samsung Galaxy S4, por ejemplo, que cuenta además con termómetro,barómetro y sensor para medir la humedad relativa, lo que lo convierte casi en una estación meteorológica móvil y permite que dar datos de altura mucho más precisos.

En resumen, que el iPhone 5S de Apple consume menos dando los datos de un IMU de 9 grados de libertad, mientras que el Samsung Galaxy S4 ofrece muchísima más información. Lo ideal, además de un mundo tecnológico sin batallas legales absurdas, sería una combinación de ambos.