La buena suerte no es casualidad

¿Por qué parece que a algunas personas «la vida les brinda todas las oportunidades»? ¿Será sólo cuestión de suerte? La verdad es que quienes nacen «con buena estrella» van por la vida con una actitud distinta de la que adopta la mayoría. Los «afortunados» se preparan para sus «rachas de buena suerte» y desarrollan hábitos que les permiten sacar provecho de su buena estrella.

Ya sea que esté usted por emprender una actividad profesional nueva, cambiar de empleo o que sencillamente desee superarse, reforzará sus oportunidades de éxito si adopta estos hábitos:

 

1. Corra riesgos calculados.

El vuelo en solitario de Charles Lindbergh a través del Atlántico, en su avión monomotor, fue aclamado como un acto de increíble audacia. Lindbergh se convirtió en uno de los grandes héroes del siglo. Sin embargo, la suerte tuvo poco que ver con su hazaña. Piloto y mecánico de gran experiencia, Lindbergh intuyó que «los aviones habían progresado hasta un punto en que ese vuelo resultaba factible». El vuelo mismo fue la culminación de varios meses de intenso esfuerzo, durante los cuales supervisó hasta el último detalle de la construcción de su nave y calculó todos los aspectos de la travesía. Aterrizó en París antes de lo previsto y con suficiente combustible para volar otros 1600 kilómetros.

Las personas con suerte saben distinguir lo arriesgado y lo imprudente; una intuición bien fundamentada de una esperanza vana. El escritor Max Gunther definió la intuición como «una conclusión basada en datos almacenados en algún nivel del inconsciente». El triunfador guarda constantemente esa información para aumentar su capacidad intuitiva. Esto es lo que quiso decir el poeta estadunidense Robert Frost cuando observó: «Las mejores cosas que el poeta utiliza son las que no sabía que estaba captando cuando las captaba».

Las personas con suerte realizan acciones que parecen temerarias; pero en realidad están poniendo en práctica intuiciones bien fundamentadas, con una clara visión de sus probabilidades de éxito.

En 1947, Bob Petersen, que había sido despachador de una gasolinera, hizo caso a su corazonada de que había muchísimos hombres como él a quienes les encantaba aumentar la potencia y los accesorios de sus automóviles y hablar del tema. l y un socio arriesgaron cuanto poseían —400 dólares— para plasmar ese entusiasmo en una delgada revista llamada Hot Rod («Autos modificados») . Petersen llevaba ejemplares de la publicación a las carreras de autos de California y los vendía a 25 centavos de dólar. El emporio de Publicaciones Petersen produce ahora 23 revistas sobre automóviles y otras aficiones, y se estima que la fortuna personal de su dueño sobrepasa los 350 millones de dólares.

2. Convierta los problemas en oportunidades.

Las personas con suerte consideran dos veces ciertos aspectos que para otros pasan casi inadvertidos. Un joven animador de un programa radiofónico de discos, en Oakland, California, se percató de que su sentido del humor cuando estaba al aire no impresionaba mucho al gerente general de la estación. Mientras reflexionaba en lo que debía hacer, sacó de un cesto de papeles del estudio una revista que alguien había arrojado ahí Contenía las biografías y estadísticas de ventas de discos de los cantantes y músicos populares

Aquella noche, antes de poner un disco, el animador divirtió a su auditorio con el dato desconocido de un cantante, que había tomado de la revista. Después de uno o dos discos, reveló el nombre del artista y puso una de sus canciones.

Los radioescuchas estaban encantados, y Casey Kasem inició así su carrera radiofónica con el programa «American Top 40» («Las 40 grabaciones de mayor éxito en Estados Unidos»).

Varios cineastas importantes leyeron el guión de Rain Man («Cuando los hermanos se encuentran») , pero concluyeron que la historia de un autista de mediana edad y su hermano menor sería demasiado deprimente para el gran público. En cambio, el realizador Barry Levinson vio en el tema enormes posibilidades, siempre y cuando se explotara el humorismo en los diálogos y las actuaciones, sin quitarle lo dramático a la relación entre los hermanos. Levinson recomendó a Dustin Hoffman que no fuera demasiado receloso al interpretar la invalidez de Raymond Babbitt. Su intuición fue certera. La brillante actuación de Hoffman cautivó al público de todo el mundo, y la película obtuvo utilidades netas de más de 500 millones de dólares. Seguramente hay gente en Hollywood que considera a Levinson «un tipo con suerte».

3. Sepa cuándo hay que dar marcha atrás.

Las personas «desafortunadas» son a menudo testarudas. Por vanidad o por ignorancia, no saben cuándo darse por vencidas y cambiar de rumbo.

Por otra parte, los «afortunados» tienen el don de saber «retirarse cuando conviene hacerlo». El multimillonario John Werner Kluge afirma que «la capacidad para medir el riesgo es esencial. Nunca me embarco en empresas a las que no les pueda ver una meta final». Kluge, presidente de la junta directiva y director general de Metromedia, demostró con creces su sentido de la oportunidad en 1986, cuando vendió siete estaciones estadunidenses de televisión en 2000 millones de dólares, inmediatamente antes de que la televisión por cable impusiera nuevas presiones a esa industria.

La gente con suerte siempre está dispuesta a cambiar de rumbo en busca de mejores horizontes. Pensemos en el saxofonista de una banda de música para bailar que duda de su carrera musical cuando lleva ya invertidos mucho tiempo, talento y dinero en el Instituto de Arte Musical de Nueva York. ¿Debe perseverar en su profesión, o sería mejor abandonarla, para evitar más pérdidas?

Alan Greenspan decidió leer sobre economía entre sus sesiones de actuación, y con el tiempo volvió a la escuela. Ex director del Consejo de Asesores Económicos del presidente de Estados Unidos, ahora es presidente de la Junta de la Reserva Federal.

4. Relaciónese con la gente.

A diferencia de muchos intelectuales, que suelen recluirse en su torre de marfil, el gran pensador Herman Kahn era verdaderamente gregario. Aprovechaba cualquier ocasión para hablar con los ascensoristas, los taxistas, los camareros y. con todas las personas que se cruzaban en su camino. Esto le permitió entender a la gente que se hallaba detrás de las estadísticas de sus estudios de economía, política y sociología. «Nunca se sabe qué ideas o soluciones se le pueden ocurrir a uno en los contactos imprevistos con la gente», comentó.

En opinión de Mark McCormack, administrador de la amplia gama de intereses comerciales del golfista Arnold Palmer, si este ha alcanzado un éxito tan duradero, ha sido gracias a la actitud abierta y amable que tiene hacia todos; desde un admirador que le pide su autógrafo, hasta un hombre de negocios que le propone una transacción de varios millones de dólares.

Por ocupadas que estén, las personas con suerte siempre disponen de tiempo para iniciar nuevas relaciones y cultivar las viejas. Charlan con su compañero de asiento en el avión e intercambian tarjetas de presentación. Se inscriben en clubes recreativos y en organizaciones profesionales. Hablan, y se habla de ellos. El director de una compañía de reclutamiento de ejecutivos asegura que muchos de sus candidatos a ocupar puestos de alta jerarquía «son simplemente personas que se han dado a conocer a otros».

5. Sea ingenioso en su tenacidad.

Con tal de lograr sus objetivos, el triunfador está dispuesto a «golpearse la cabeza contra la pared», pero busca un sitio en que haya ladrillos sueltos, huecos o puertas secretas, para darse el cabezazo.

La legendaria «suerte» del presidente Ronald Reagan fue a menudo producto de su firme resolución. Plenamente convencido de crear un sistema defensivo contra los misiles nucleares, promovió la Iniciativa de Defensa Estratégica ( IDE) . Mucha gente desacreditó el programa en el Congreso de Estados Unidos, en los medios de comunicación y en el cabildeo antidefensa. Pero Reagan pasó por encima de los «líderes de la opinión» para crear un consenso público en favor de la IDE.

Luego, el líder soviético Mikhail Gorbachov intentó persuadirlo para que abandonara el proyecto. En Reikiavik expuso la posibilidad de una reducción de armamento tan importante, que el rechazo por parte de Reagan pondría en duda su voluntad de promover la paz. ¿La trampa? El presidente estadunidense tendría que renunciar a la IDE.

Reagan, modelo de amabilidad en las negociaciones, salió de esa junta furioso. «Juré que no renunciaría a la IDE, y no lo hice», anotó en su diario. Siguió esgrimiendo hábilmente con los soviéticos, confiado en que los crecientes problemas económicos de estos los obligarían a hacer concesiones. A la postre, Gorbachov cedió, y se firmó el primer tratado de la historia que estipulaba considerables reducciones de los arsenales nucleares.

6. La buena suerte es sinónimo de trabajo.

La sagaz inversión en centros comerciales que Edward John DeBartolo hizo durante los años cincuentas le ha dado dividendos cuantiosísimos. Su fortuna rebasa los 1000 millones de dólares. Es propietario de hoteles, edificios de oficinas y equipos deportivos. Pero eso sí: a pesar de sus 82 años, llega todas las mañanas a su despacho a las 5:30, tratando de prolongar su «racha de buena suerte».

Esta es una de las lecciones más difíciles de aprender, porque algunas personas actúan como si todo fuera muy sencillo. Las vemos disfrutar de los logros cosechados, pero no aquilatamos cuánto trabajo les costó plantar y regar el árbol. Jimmy Cagney recordaba que, durante la Segunda Guerra Mundial, él se hallaba entre bastidores mientras Bing Crosby, paradigma de desenvoltura en el escenario, conversaba tranquilamente con el público e interpretaba varias canciones. Cuando salió del escenario, el cantante estaba empapado en sudor. «Su traspiración fue para mí toda una revelación», comentó Cagney. «Se daba por entero en cada nota, y su aparente desenvoltura era parte de su muy arduo trabajo».

Los secretos del éxito no son oscuros ni profundos. No excluyen una oportunidad feliz ni una circunstancia desafortunada; solamente niegan que estas cosas deban regir nuestra vida. Veamos, si no, el caso del pitcher Jim Abbott, del equipo Ángeles de California, cuya velocidad de lanzamiento de más de 145 k.p.h. le permitió ganar 185,000 dólares anuales. Al entrar en su tercera temporada en las ligas mayores, viviendo lo que millones sólo pueden soñar, se siente feliz de que a sus admiradores les interesó más su promedio de carreras anotadas que el hecho de haber nacido manco.

¡Qué afortunado tipo!, ¿verdad?